Vivimos en una época donde muchos hombres creen estar “disfrutando” de su sexualidad… cuando en realidad huyen de sí mismos.
Un 70% de los hombres en España reconoce haber sentido en algún momento que el sexo se vuelve más una descarga que un encuentro, de ahí la posterior sensación de vacío tras la eyaculación. Un porcentaje cada vez mayor de hombres —según datos recientes de la OMS— sufre disfunción eréctil o pérdida de deseo antes de los 40 años, no por un problema físico, sino por estrés, ansiedad y desconexión corporal.
Si es que nos hemos acostumbrado a vivir el placer desde la cabeza, la pantalla, la expectativa… Y este es el caldo de cultivo perfecto para sentirnos cada vez más vacíos. Es decir, la energía sexual se mueve desapareciendo como por arte de magia. Y cuando eso ocurre, lo que debería ser la fuente de nuestra vitalidad y placer se convierte en una
adicción.
Tomar tierra: volver a sentir
El cuerpo masculino ha sido entrenado para rendir, no para sentir.
Cuando los hombres tomamos tierra —literalmente— algo empieza a cambiar. Caminar descalzos o tocarnos los pies son gestos que parecen insignificantes… pero devuelven la conexión con lo esencial: la presencia en el cuerpo desde la base.
Los pies son nuestras raíces, y cuando hay tensión acumulada —emocional, mental o física—, la energía sexual se estanca, y con ella también el placer. Unos pies rígidos, fríos o sin sensibilidad reflejan un cuerpo que no se permite sentir. Y eso se nota también en la sexualidad: menos conexión, menos placer.
Liberar los pies no es solo una práctica corporal, es una forma de abrir la puerta al gozo
verdadero.
El contacto consciente con ellos —a través del automasaje o la reflexología— despierta la
energía vital que se había quedado atrapada entre la exigencia y el miedo.
Esa energía, cuando vuelve a fluir, ya no busca solo descarga. Busca encuentro
Un cambio es posible
Imagina por un momento que la sexualidad masculina dejara de ser un acto de urgencia y
se convirtiera en un espacio de presencia. Que el placer no naciera del estímulo ni del
morbo, sino de la vulnerabilidad. Que un hombre pudiera sostener su deseo sin prisa, sin necesidad de escapar de lo que siente, sin miedo a no cumplir.
Hay unas palabras que un día me dijo un terapeuta, que en su momento no entendí, pero
que se quedaron en mí: el placer requiere dedicación y tiempo.
Cuando el cuerpo está enraizado, justo ahí, cuando se siente el peso en los pies y el latir del corazón, dejamos de buscar fuera lo que podemos habitar dentro. Y es justo ahí,
cuando la sexualidad deja de ser un impulso… y se vuelve presencia.
Y tú… estás sintiendo o solo descargando?
Fernando Riveira
@fernando.riveira (https://www.instagram.com/fernando.riveira/)
fernandoriveira.com (http://fernandoriveira.com/)




